Vaya por delante que respeto a aquellas personas transexuales que han elegido llevar un estilo de vida “no visible”. El objetivo de la lucha por los derechos de las personas transexuales es que llegue un día en que ser trans no suponga una ruptura del código de género social. Que ser trans ya no signifique que cada día es una lucha para defender tu nombre y tu identidad ante otras personas. Una de las maneras de conseguir esto (la mejor, en mi opinión) es hacer que la sociedad cambie para que quepan en ella las identidades trans, con la misma dignidad, los mismos derechos, y el mismo reconocimiento que las identidades cis. Otra manera de conseguirlo es lograr que las personas trans podamos acceder a las herramientas de transición social y modificación corporal que nos permitan integrarnos en alguno de los dos géneros binarios. Ambas estrategias son compatibles y no excluyentes, y las dos son soluciones perfectamente legítimas, en cuanto que dan respuesta a la necesidad de hacer de tu vida una vida que merezca la pena vivir.
Llegados a este punto, podemos empezar a reformular la cuestión sobre quién es transexual, y cuales son los límites de la transexualidad. Una persona trans, que ya consiguió su diagnóstico hace muchos años, se hormonó, se operó de todo lo que se quería operar, consiguió los papeles que tenía que conseguir, se mudó a un lugar donde no conocía a nadie “de antes”, y ahora vive perfectamente integrada en el mundo heterosexual y cisexual, ocupando el lugar social de una mujer, o de un hombre, como otr* cualquiera ¿sigue siendo transexual? Muchas de las personas que han alcanzado este enorme grado de normalización social sostienen que no.
Así pues: ¿quién es trans? La transexualidad tiene, en mi opinión, dos partes: una parte subjetiva, y otra parte objetiva. Si digo que una persona trans es aquella cuyo sexogénero no se corresponde con el que se le asignó al nacer, esto es objetivo. Sin embargo la apreciación de la propia identidad sexogenérica es un dato subjetivo. Sólo yo tengo capacidad para ver si mi identidad de género se corresponde con la que me asignaron al nacer o no, y en caso de que no, sólo yo puedo apreciar cual es, pues, mi identidad de género. Mi identidad de género sólo puede ser la que yo diga.
Eso también es válido para las personas cisexuales, aunque en su caso, su identidad de género coincide más o menos felizmente con la que se les asignó al nacer, y no necesitan más que realizar ciertos ajustes, de mayor o menor entidad en su rol de género (en el caso de gays y lesbianas, estos ajustes entre el rol de género deseado y el rol de género esperado por otr*s, todavía se consideran de gran magnitud. Llegará el día en que no lo sean). De este modo, se puede decir que transexual es quien dice serlo, porque sólo la persona puede hablar sobre cual es su identidad de género. Sin embargo, si transexual es quien dice serlo ¿puede ocurrir que alguien que objetivamente sea transexual, y que haya pasado por un proceso objetivo de transición sexogenérica, a nivel social, médico y legal, diga que no es transexual, y por tanto, no lo sea?
Otra pregunta sería ¿Qué quiere decir una persona que ha realizado una transición sexogenérica objetiva cuando dice “yo no soy transexual”? El único motivo que se me ocurre para que alguien que objetivamente ha realizado este proceso (esta “transición”) rechace definirse como transexual, es muy simple: piensa que es mejor no ser transexual que serlo. Si pensara que es mejor ser transexual, entonces lo diría. Si pensara que es lo mismo ser transexual que no serlo, no necesitaría defender con vehemencia su no transexualidad, aun en contra de toda evidencia (como, por ejemplo, esa foto de la primera comunión que quemaste en su momento).
Cuando dices “yo no soy transexual”, me estás diciendo que tú eres diferente de las demás personas transexuales, porque eres mejor. Te has esforzado tanto que has alcanzado un nivel superior, y ahora eres un hombre o una mujer como otr* cualquiera. Has llegado a superar la imperfecta transición transexual, para llegar a ser cisexual.
Porque ser transexual es duro. Porque cuando los demás piensan en la transexualidad, se les vienen a la cabeza un montón de estereotipos y prejuicios, que no tienes por qué soportar. Porque es más difícil encontrar trabajo y mantenerlo, y tener amigos, y buscar pareja. Porque todos desprecian a los trans, y tú no quieres que te desprecien. Por eso tú intentas no ver a en público a aquellas que se quedaron a mitad de camino y “se les nota”, para evitar que te vean con ellas y no tener que pasar vergüenza ajena. Porque ser trans y que se note, es una vergüenza. Porque ser trans, es una vergüenza (si no, no importaría que se notara). Por eso no entiendes que haya gente que esté orgullosa de ser trans ¿Orgullosa de qué? Tú no sientes ningún orgullo. Porque tú no eres trans. Tú eres una mujer, o un hombre, como otro cualquiera.
Tú, lo que tienes, es pura transfobia interiorizada.
Sin embargo, las personas que dicen que no son trans, tienen una vocecilla dentro que les lleva a entrar en los grupos y foros trans de manera más o menos silenciosa, y de manera más o menos periódica. Internet es una maravillosa herramienta que les permite entrar en los ambientes trans de manera anónima (cada vez menos anónima) y extraer de ellos lo que necesitan. Y es que las personas que no se consideran trans, pero que lo son objetivamente, suelen tener exactamente los mismos problemas que las personas trans que sí se consideran trans, incluyendo problemas de salud y, especialmente el miedo a ser descubiertas (miedo que no tendrían si fuesen trans, y visibles).
Así que, una y otra vez las ves aparecer, con sus dudas y su angustia, y les escuchas con paciencia, y les consuelas porque tod*s somos compañer*s, y cada cual lo lleva lo mejor que sabe, hasta que un día te sueltan el exabrupto de que “yo no soy transexual”, y arda Roma. Roma arde, porque esa afirmación no llega sola. Esa afirmación que significa “soy mejor que tú”, suele llegar cuando un* de esos transexuales patétic*s que llenan el grupo se atrevió a comprarse con el o la “no transexual”, que sintió la necesidad de demostrar que aún hay categorías.
Por eso, la afirmación “yo no soy transexual” se hace siempre desde el privilegio. Quienes la realizan, invocan para demostrar su superioridad los privilegios sociales de los que gozan: “yo ya me he operado, tengo un DNI que pone que soy mujer, y vivo como mujer 24h al día”, y así se diferencian de nosotr*s, de la escoria transexual inadaptada, que nada tiene que ver con ell*s, que son gente respetable.
Sin embargo todos esos derechos, esa integración social sobrevenida, no sería posible sin la lucha de las personas que sí son transexuales. Ningún derecho se ha obtenido nunca sin lucha, y los derechos trans los han conseguido las personas trans. Si dependiese exclusivamente de las personas cisexuales, no tendríamos acceso a ninguna de estas cosas. Si dependiese de las personas con un pasado transexual, que ya no son transexuales… mejor no pensar en ello.
Por eso, es cierto que las personas objetivamente transexuales, o con un pasado transexual, pero que no son transexuales, no son iguales que yo, o que cualquier otra persona que sí es transexual. Por suerte, no tod*s somos como ellas. Sin embargo, tarde o temprano, ellas siempre terminan buscándonos a nosotr*s.
Dosmanzanas.com
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