DONACIONES

DONACIONES: Nº de cuenta (CAJALON) 3021 0141 91 2545661912

jueves, 27 de junio de 2013

¿NIÑOS TRANSEXUALES?

En los últimos tiempos estamos asistiendo a la emergencia de nuevas realidades en el interior del colectivo trans que nos invitan a seguir reflexionando sobre el hecho transexual en nuestra cultura. En este caso, querría hablar del fenómeno de la transexualidad en la infancia (que no adolescencia), una situación que está ganando cada vez más visibilidad a los medios de comunicación y en las agendas del propio movimiento trans.

Durante mucho tiempo y todavía ahora en muchos entornos, cuando un niño o una niña se identifican con el género contrario al que se les asigna durante un tiempo prolongado se les intenta explicar que este rol no les corresponde y se les acompaña para modificar estas conductas. En los últimos tiempos se ha entendido que posiblemente lo que les pasa a estos niños y niñas es que son transexuales y por lo tanto hace falta acompañarlos a hacer un cambio de sexo. Parecería que estamos asistiendo a un cambio de paradigma: hay un cierto consenso en que reprimir las conductas de los niños y niñas puede dañar su autoestima y su salud mental y, por lo tanto, lo que hacemos es ayudarlos a transitar hacia la casilla adecuada. Muchos piensan que los diagnósticos de transexualidad en la infancia son síntoma de progreso social. Y, por lo tanto, que esta idea de modificar su cuerpo con la mayor brevedad posible por ahorrarles padecimiento es la estrategia más adecuada para garantizar su buen desarrollo. La medicina está avanzando en este sentido, y desde hace relativamente poco se han iniciado tratamientos a niños y niñas a las Unidades de Trastornos de la Identidad de Género dónde se realizan diagnósticos psiquiátricos a los niños, se llevan a cabo tratamientos de bloqueo hormonal para que no desarrollen sus características sexuales secundarias yse hacen terapias psiquiátricas y psicológicas a los pequeños y a sus familias. Hemos pasado del paradigma de la perversión, de pensar que estas conductas no son normales, al paradigma de la enfermedad, es decir que no es que no sean normales sino que son un trastorno mental.

Ahora bien, lo que queremos plantear aquí es que existe una tercera vía para abordar estas situaciones, que implica entender este fenómeno desde el paradigma de la diversidad de género.

Cuando un niño expresa su deseo de jugar con juguetes asociados a la feminidad y a tener comportamientos y actitudes propias de las chicas entendemos que necesariamente algún “problema” debe tener porque la mayoría de niños no se comportan así. Cuando de hecho sabemos que los hombres no son masculinos ni las mujeres femeninas de forma natural, sino que hemos aprendido a comportarnos así y por esto decimos que el género es una construcción social y cultural. Y el efecto colateral de pensar que lo normal es esto es que lo que no lo reproduce es necesariamente anormal. Cuando lo que hace falta cuestionar es el sistema de géneros que tanto nos limita, a pequeños y a grandes.

Si un niño pide vestirse de princesa por Carnaval y esto supone conflictos en la escuela, con la familia, en el barrio, nos deberemos preguntar qué problema tiene la escuela, la familia, el barrio y no qué problema debe tener el niño. De hecho, lo que hace el niño en sí no tiene nada de problemático.

El movimiento por la despatologización de la transexualidad ha desarrollado argumentos críticos consistentes que señalan los riesgos de concebir la transexualidad como una enfermedad, como un trastorno, como un problema individual. Por esto hace falta realizar una lectura crítica del diagnóstico de transexualidad infantil basada en la perspectiva de la despatologización trans. Básicamente, la misma maquinaria que ha sido tantas veces cuestionada en el proceso de las personas transexuales adultas es la que se utiliza para acompañar a los más pequeños.

El último mes de marzo se celebraron en Barcelona las XII Jornadas Estatales de AMPGYL (Asociacion de Madres y Padres de Gays, Lesbianas, Bisexuales y Transexuales). En ellas, la asociación hacía una firme apuesta por visibilizar esta tercera vía y promover otros discursos sobre los niños y niñas con comportamientos de género no normativos. Planteando que allá dónde la medicina ve niños con un trastorno de la identidad de género podríamos ver también niños y niñas que experimentan con el género, que juegan e imitan lo que ven. Y que del mismo modo en que no tiene nada de natural que los niños tengan un comportamiento masculino, tampoco tiene nada de problemático que tengan comportamientos femeninos. Los problemas los genera el entorno que penaliza estas actitudes, y si es así, no deberemos centrarnos en el niño o la niña sino en este entorno que no comprende la diversidad de género.

En este artículo he hecho un análisis con perspectiva de esta situación pero es innegable que estas situaciones son desgraciadamente muy difíciles de gestionar por las familias y a menudo implican procesos de acoso en la escuela. Pero todo este sufrimiento nos debería servir para ver como es de importante y urgente luchar contra los estereotipos de género en nuestra cultura y concretamente a los espacios educativos. Y el impacto de esta lucha no sólo revertirá en los denominados “niños transexuales” sinó en el conjunto de la sociedad.




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Entradas más populares

Seguidor*s

Exposición fotográfica: Otrans mujeres